
Nos gustó tanto la visita a la sede de San Blas que cuando nos invitaron a pasar la tarde en el centro de Getafe ni nos lo pensamos. Así que el viernes, para acabar la semana con buen sabor de boca, nos plantamos allí a las 17:15 a la espera de que llegasen parte de los 53 niños que cada tarde reciben en Murialdo ayuda con sus estudios y, sobre todo, mucha diversión.
Allí, nos recibió Adela, educadora del centro, que nos explicó la importantísima tarea que allí se lleva a cabo. Con ella entendimos que, de no ser por la labor que Murialdo lleva a cabo con sus niños y niñas, para muchos de ellos el fracaso escolar sería casi inmediato. Los educadores, que tarde tras tarde trabajan con los chavales, se han convertido para ellos en verdaderos referentes que los guían, apoyan y enseñan de la mejor forma que saben, consiguiendo que los pequeños adoren a sus “profes”. Y no nos extrañó para nada, porque son encantadores (aunque ¡ojo! que también echan broncas). Pero el cariño que los enanos sienten por sus educadores, es totalmente recíproco, los “profes” no pierden ni un momento la sonrisa de la cara, mientras ofrecen a cada niño ayuda individual con sus deberes u organizan actividades para todo el grupo ¡da gusto con ellos!
Sin lugar a dudas, lo más bonito de nuestra visita fue que, cuando preguntamos a Adela cuál había sido la experiencia más reconfortante que había vivido en Murialdo, no supo quedarse sólo con una, y nos contestó que lo que más le gusta es saber que la tarea que desarrollan es necesaria, ¡y no podemos estar más de acuerdo!